26 de septiembre de 2006

De la alegría

He leído que es un sentimiento vital, sería entonces, básico. Pero se escapa tanto, se va por ahí, a ratos no la encuentro. Lo más normal es que encuentre 20 razones para no estar alegre, como pasó anoche y hoy en la mañana con las noticias de un indeseable miembro de la familia.

Como buena cosa, todo tiene un pero: me propuse, luego del planeamiento de estrategias para hacerlo polvo y de los desahogos varios, que debía ganarle a la ira y al desgano. Y tal cual, me hice a la idea de abrir mis sentidos, mi cuerpo y espíritu (recuerdos del yoga de mi vieji querida, Virginia) y empecé, casi de inmediato, a ver. Ver, no de mirar.

Y nada, los gatos en el pasto siguiendo al sol, los aromas primaverales, buenas visitas, chistosos correos amigos, lindos regalos y maravillosos mensajes de mi lindo-precioso, sin más ni más, me sentí de lo más fuerte, positiva, tranquila, ordenada, linda: en definitiva, alegre. En pocas palabras, me puse a mirar la vida, y ahí estaba: la vida genera alegría. Pomposa la frasecita, pero es así, no me voy a dar 20 vueltas, es así.

Pensé luego en mi sobrina, demonio de dos años y medios que ríe y ríe, con la risa exquisita que tienen los peques. Y me acordé de un tema de la pega, en resumen algo asÍ: “el niño, desde la infancia, es educado para la alegría poniéndole en contacto directo con el equilibrio, el orden, la fuerza y la belleza de los seres que le rodean. Los percibe, los siente. Y amarlos para sentirse y amarse a sí mismo como parte integrante de la maravilla del mundo”.


Entonces, la alegría se aprendería, por lo tanto, el aprendizaje de la alegría debería ser parte primordial en el hogar y en la escuela. Y si es verdad que se educa más viendo que leyendo, si los niños ven alegría a su alrededor, serían adultos alegres, o al menos, podrían dominar las herramientas necesarias para cambiar las actitudes deprimentes, negativas y derrotistas, sería la "conditio sine qua non", de una educación para los valores humanos.

Es que creo que la alegría de vivir, de compartir con otros la propia existencia debería ser ley. ¡Si se aprende pues! y se descubre, sobre todo la necesidad de lo positivo, de vivir de forma gozosa.

Me he ido dado cuenta que de a poco los adultos vamos hacia una alegría menos sensitiva y corporal y más interior en la medida en que maduramos mental y psíquicamente. La armonía y el conocerse, y aceptar la realidad que nos ha tocado vivir, preparan el camino, no lo complican. Creo.

Sugerencias (sacadas de un manual de psicología, por si alguien quiere leerlas):
- Elevar el nivel de autoestima, haciendo que se sienta importante y necesario en la familia, en la escuela, en el grupo de trabajo y, en definitiva, que sea apreciado y tenido en cuenta por los demás.
- Llevar una vida ordenada y sencilla, disfrutando de lo pequeño y cotidiano que están al alcance de cualquiera: el descanso, el diálogo familiar, el contacto con la naturaleza, la diversión sana, vivir el presente... pero moderando las exigencias y deseos ya que la búsqueda ansiosa y descontrolada de mayores satisfacciones conduce a la pérdida del propio equilibrio interno y, por tanto, de la verdadera alegría.
- Pensar siempre en positivo. Que el pasado negativo o la inquietud v el desasosiego por el futuro no nos impidan vivir el presente en paz y armonía con nosotros mismos.
- Conseguir que nuestra ocupación o trabajo sea fuente de alegría. Comprobar que el trabajo no sólo es la expresión clara de nuestra vitalidad, inteligencia y capacidad, sino que con él hacemos nuestra aportación a la sociedad, contribuyendo de forma directa al bienestar físico, intelectual, moral o espiritual de los demás.
- Fomentar a cada instante, los sentimientos de aceptación, de conformidad y hasta de complacencia y alegría de la realidad cotidiana, sea cual fuere. La alegría será siempre nuestra fiel compañera cuando convirtamos en hábito el descubrir siempre el lado bueno de las cosas.
- No te conformes con sentir la alegría dentro de ti, haz que aflore al exterior y contágiala a quienes te rodean.
- Aprende a no perder ni un instante en lamentaciones y quejas inútiles sobre algo que es irremediable, como el jarrón que se ha roto, un día lluvioso, el robo del coche, una enfermedad incurable...


nota: (HAY MÁS BORGES VERBAL)