27 de enero de 2006

Entrando a picar

Aún cuando mantengo mi soltería y feliz regalaría esa libertad que más de alguien me atribuye como un bien envidiable, sigo pensando -en mi fase eufórica- que estoy mejor sola que mal acompañada. Cité antes a Bertoni más que nada porque es justo lo contrario a lo que creo, por el modo en que lo dijo y porque quiero terminar de creer lo que creo y así liberarme un tantito de un par de rollos.
Además, mientras más hombres y mujeres conozco, de edades como la mía, y más y más gritan lo chatos que están, menos les creo que tomaran las riendas de la loca carrera hacia el fracaso en pareja. Mientras más les aconsejo -pierdo el tiempo?- que se cuiden, que prime el bienestar propio, porque de otro modo, mal podrían hacer algo por el otro, que tomen el voto de humildad y analicen qué errores cometen -nadie es una santa e inocente ovejita- que se concentren y pongan un dead line, antes de cualquier decisión, al final voy confirmando que el miedo a estar solo, el evitar la soledad es el instinto primario del ser humano. A la vez, es el miedo que tengo yo, pero va más allá... tengo miedo a no tener miedo a optar por el mejor mal acompañada que sola.