2 de julio de 2007

A mi querida Renatita Emilia De Los Ángeles

Espero, mi montoncito de pelusas, mi princesa hermosa, mi angelita, mi pesadillita, mi montón de “regaloneamientos” y ternura, mi motorcito de ronroneo incesante (siempre pensaste que era obligatorio ronronear al primer contacto, eh) que ya estés con tu mamita Hilaria, a la que tanto buscaste cuando se fue, también con tu hermano Dionisio, tus tíos Esteban, Lukas y Bonifacia y, claro, con tu primo Renato, que sufrió de lo mismo que tú. Tú abuela aún no se da cuenta que te fuiste esta mañana. Yo le cuento en la noche, cuando te busque al ir a dormir a mi cama.

Ojala que allá donde estés, si es primavera o verano, haya un buen jardín con pasto o tierra bien aprietada para que retoces y de revuelques fascinada con ese mismo sol maldito que te hizo mal. O que haya un buen árbol donde puedas desparramar tu cuerpito cortito, bello y blanco y puedas dejar caer tus bracitos y piernitas. Qué manera de verte hermosa y divertida cuando estabas así!


Y si es invierno u otoño, haya para ti y tu mamita, en especial, (y para toda la familia) una estufa y una alfombra para que se turnen a ver cuál de las dos aguanta más calor. Pero, por favor, que no se les enrosquen los bigotes al parcito! También una cama con un sweter de lana bien mullido donde enrollarse las dos, una apoyada en la otra... uff! Cómo extraño esa visión de verlas abrigarse y lamerse...

Te aseguro que Tila Mamá está para cuidarlos a todos.

Por mi parte te pido disculpas otra vez, disculpas por no haber sido capaz de llevarte antes a parar ese sufrimiento. Es que soy así, no soy valiente y tan solo pensar en que no estarías más esperándome, con los ojitos
convertidos en unas rayitas que apenas sostenías para que durmiéramos juntas, que nunca más te acostarías como lorito a ronronearme al oído. Y tanto que he pensado en la injusticia que la niña más dulce del mundo, tuviera que sufrir esto. No lo entiendo. Al menos las dos sabemos que en estos 13 años que estuvimos juntitas, nos dimos todo el cariño, lo besos, la compañía, el amor y regaloneamos todo lo que se podía y más.

Ya te estoy extrañando todo lo que sabes, y van sólo cuatro horas. Y extrañaré tu motor, tu guatita peluda que me daba tanto nervio, tus pantalones de pelusas largas, ese cuerpito con la más impresionante concentración de pelusas por centímetro cuadrado, esa manchita en tu vientre izquierdo, tu patita romana, tus deditos negros, tu eterna carita de niñita.

Voy a buscar tu corazón de juguete y lo guardaré con tu collar verde con perlitas y cascabel que me avisaba que venías. Y también iré a comprar de tu
pasto favorito para poner sobre tu tumba y la de tu mamá que está a tu lado. No te voy a decir que no quiero tener pronto otra gatita que acompañe a tu abuela Blanca, pero sabes que jamás será “eso” que teníamos las dos, cierto?

Según los egipcios, te fuiste para protegerme y te lo agradezco tanto...Descansa, mi princesa.
Te quiero.

Etiquetas: , ,