Y no hay caso...
Sigo con pena. Me ataca unos días más que otros, pero siempre está ahí, como incrustada, latente, aprietando el pecho, todo el cuerpo hasta ahogar. Es la soledad que me pesa, me cansa, que me duele adentro y en los músculos que casi no se quieren mover, que no me obedecen como cuidándome para no delatar mi estado. Mi ánimo se ha tornado frágil, me siento siempre en el límite.
"Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos... que renuncia a todos sus sueños y ya no cree en plegarias" *
3 Comments:
Pinchi, usted sabe que si yo estuviera en Santiago le habría ayudado a curar esas heridas también, por ahora le mando el abrazo de la vida!!!
Rafa
usted con tanta penita y me habla de musica...mmm...soy el campeon de los giles...
besos y abrazos...animo compañera!!!
Gracias Javierin! Pero sabes bien que la música y lo que le lleva, es good medicine, no?
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